En este trabajo se extraen conclusiones sobre las características de los espacios escénicos actuales y se plantean directrices para su mejor organización y funcionamiento. Explicamos a continuación el enfoque desde el que se entiende el conjunto de espacios escénicos como determinante en el  éxito de una producción.

Consideramos que, formal y funcionalmente, los espacios escénicos, en el conjunto,  como piezas de una gran cadena de montaje en la que, no sólo es inexcusable la ausencia de una de las piezas, su combinación y orden son igualmente decisivas para obtener el producto.

Queremos reseñar desde un principio que la dotación máxima y completa no es la solución en todos los casos; cada espectáculo tiene una demanda de espacios diferente y en hallar la fórmula reside el éxito propio del centro.

Es oportuno aclarar dónde consideramos residente el éxito de un complejo escénico; en realidad, procederé identificar qué partes de ese éxito pueden verse facilitadas por la arquitectura escénica. Para ello, y enfocándolo desde un punto de vista empresarial, hemos de entender la celebración de un espectáculo, en un espacio de cara al público, como el final de una fase y el principio de otra. Una primera que acaba tras haber pasado por los procesos de concepción del espectáculo por sus autores, incluso puede que después de una previa o posterior de adaptación, tras una labor de búsqueda de inversores o promotores que confíen en la viabilidad del concepto, una selección de intérpretes, para conseguir entrar en un circuito de centros o salas. En resumen, habiendo dado los pasos necesarios para lograr que, por ciertos motivos, haya alguien interesado en albergar el evento en su espacio escénico. Arranca aquí la segunda fase en la que, asumido que el acto va a celebrarse en un lugar adecuado, comienza a ser determinante  en el éxito que antes mencionábamos, el emplazamiento en el que tendrá lugar. Dejando a un lado la valía intelectual del espectáculo y la calidad de sus intérpretes, la producción comenzará a demandar al espacio unas cualidades que afectarán a la excelencia de la representación. Estoy hablando de las condiciones en las que los técnicos realizarán su trabajo, las dependencias donde los artistas ensayarán, descansarán o comerán; las facilidades para producir el show en el mismo edificio, la existencia de talleres para construir in situ la escenografía, las posibilidades de grabar y postproducir la grabación del evento y la adecuación del aforo al género o público previsto. Estos y otros muchos aspectos no sólo afectarán a la calidad con la que el espectáculo será ejecutado, también tendrán un efecto directo en la rentabilidad de la producción. Esta rentabilidad no será mayor precisamente cuanto mejor dotado esté el edificio;  no es extraño que el exceso de dotación sea la causa de la falta de rentabilidad y no lo ausencia de calidad de su programación.

Una calle, una plaza, un parque… pueden ser Espacios Escénicos, me centraré en este trabajo en los espacios cerrados construidos a partir de un único proyecto arquitectónico.

Como proyecto construible, los edificios escénicos son aquellos necesarios para llevar la celebración de los espectáculos. Desde el Escenario a los despachos de los técnicos. Es por ello que, en la labor proyectual, el equipo de diseño debe concebir el edificio como un conjunto de espacios que apoyan al de mayor importancia que es la Escena. A ella llegarán usuarios que tendrán distintas relaciones con el espectáculo y, por lo tanto, diferentes necesidades para participar  del mismo. La funcionalidad es una prioridad en estos edificios y no resolverla satisfactoriamente perjudicará la buena ejecución de los eventos.

No menos importante será la labor del proyectista dirigida a hacer de las áreas de público, espacios estéticamente capaces de predisponer al espectador a al evento al que van a asistir. Aún así, la variable estética no debe obstaculizar las labores habituales del centro y del resto de sus usuarios. No debe olvidarse que, de  los distintos usuarios de un Centro Escénico, el público supone menos del diez por ciento en términos de tiempo de estadía. Son los técnicos y actores los que lo ocupan la mayor parte del tiempo, siendo el edificio su centro de trabajo. Como tal, es lógico que el bienestar de estos usuarios deba ser una prioridad al mismo nivel que la adecuación del edificio a la realización de espectáculos.